The Kinks - Something Else (1967)

... los Kinks consiguen con sus canciones hacer felices a los mortales, con una ironía muy fina, con la pasmosa facilidad de recrearse en la melodía y el estribillo para no dejar de lado la letra inteligente que despeja la ecuación con sonrisilla complice hacia el canturreo de estribillo fa fa fá...
Absorvido totalmente por el espíritu kinky y después de mi bautizo de fuego cara a cara con los Kinks, tengo ahora mismo a Something Else en el número uno de mi rankin. Y a cada escucha se me queda una sonrisa tonta, ¿puede un grupo de música provocar la felicidad sin más?. Con diferencia es el disco que más he escuchado de la discografía del grupo. Me resulta adictivo a más no poder, incluso más que Lola y Arthur (va... por décimas), sin desdeñar para nada su grandeza setentera, consigue además cambiarme de humor como si de un chute de vitamina C se tratara, cosa que a priori parece imposible, quiero decir, que nunca imaginé que unas canciones pudieran en horas bajas contagiarme de un optimismo desbordante. Así que hoy por hoy, en vez de sumergirme en mi propia zozobra en esos momentos con discos de densidad intimista descomunal, con los Kinks cambio de por vida el sentido del círculo vicioso.
Sunny Afternoon ya me puso las patas vueltas del revés, y aquí es Waterloo Sunset la que causa el mismo efecto, aunque ojo que en este disco (como en todos) hay canciones que en ristra y sin pensar entrarían en mi top 10 kinky del tirón, canciones que ya son parte importante de mi dieta musical y de mi vida, palabras mayores para el que aquí suscribe esta receta contra la tristeza, y si ya hablamos de su edición ampliada me quedo sin aire, Autumn Almanac y Suzzanah's Still Alive, simplemente ya son imprescindibles.

The Kinks lanzaban en 1967 su quinto disco de estudio Something Else, canciones que profundizaban en esa otra cosa que los Kinks encontraron en Face To Face. Hablando de su acogida en aquellos días, está el tema de las tendencias, modas de la época y tal, también la kontroversia suscitada en EEUU y su consiguiente beto, un gran handicap. Aunque pesó bastante, y a los booklets pongo por testigo, el hecho de que Pye nunca se molestó en gastar ni un duro en la promoción de LP's, pues continuaba viendo el single como el formato rey, algo parecido les pasaba a Small Faces, con lo que a efectos de relevancia sus discos llevaban de serie una clara desventaja respecto a los Rolling Stones y The Beatles. 

Por si fuera poco, tambien provocó cierta confusión el hecho de que las mezclas las hicieran en su día tanto en stereo como en mono, cosa que a priori no tendría que suponer problema alguno, si no fuera porque en la distribución no se tuvo en cuenta y se enviaron para promo unas y otras sin diferenciar, para quien no los sepa, el mono solía utilizarse para el formato pop-rock, por el simple hecho de que los jóvenes no solían disponer de equipos stereo, y el stereo para música más exclusiva, jazz etc, ya que se lo podían permitir las clases más acomodadas, a parte, claro está, de las diferencias técnicas evidentes, por lo que respecta a Ray Davies, por si alguien tenía dudas al respecto, siempre confesó que los Kinks (al menos en aquel momento) hacían música para que sonase en 'mono'. Asuntos todos estos, modas imperantes, beto en EEUU, promoción deficiente y distribución aun peor, que me dejan más tranquilo y sin la necesidad de darle más vueltas al asunto respecto al porque de su menor estatus de clásicos de primera línea, si es que a día de hoy aún hay quien dude de ello.


Este disco además tiene un valor añadido, y es que descubrió a Dave Davies como un gran compositor de canciones, no tan prolífico como su hermano pero con la misma gracia, se reinventaba de hombre del riff de oro a songwritter con tendencias acústicas dylanitas. Y otro valor, por otra parte también supuso el primer disco, ya firmado un contrato mejorado con la casa, con Ray Davies con el control total sobre la dirección musical, producción etc... cosa que se le dió muy bien, con su particular e instintiva manera de afrontar cada canción, ya sea de manera técnica en su volcado a cuatro pistas, en la manera de grabar una sección de vientos, golpeando las cuerdas de un piano o una caja de cartón, incluso haciendo pasar un mellotron por una sección de cuerdas sin afectar a su atemporalidad, buen hacer que corroborían los discos a partir de este y en adelante.

Aquí cada canción es un tesoro. Abre el disco David Watts, trepidante canción de estribillo sencillo y pegadizo, algo que sólo ellos sabían hacer como nadie. Y por favor, el día que escuché por primera vez Death Of A Clown se convirtió en primera canción y casi única durante mucho tiempo, es una obra maestra en si misma, no me extraña que quisieran empaquetar a Dave Davies como nueva referencia en portada, aunque hay que decir que está canción de desencanto hacia el mundo de la farándula fue coescrita por ambos hermanos. El sonido característico de clavicordio aparece Two Sisters donde se meten de lleno en su costumbrismo fino y la fascinación sobre la dicotomía de vida corriente (Ray)/vida bohemia (Dave) que desarrollarían más adelante y de manera más compleja en Soap Opera, es de esas canciones que no entran a la primera pero acaban siendo imprescindibles para entender el todo. Y si es por paleta de colores, No Return es una delicia, una bossa-nova que se adentra en la deshazón del There's Too Much On My Mind y en su condición desdichada de superstar fuera de onda, otro de los temas recurrentes de su carrera. Las primeras veces que escuchas Harry Rag parece una broma, una banda sonora cómica con la jerga rimada cockney tan popular en la clase trabajadora del East London, nunca perdideron sus raíces de barrio.

Y es que Ray es capaz de sacarle punta a todo, sabe meter el dedo en el ojo sin resultar molesto, llegando a un grado de realismo cachondo capaz de hacer sonreir al mismísimo protagonista de la crítica, en Tin Soldier Man consigue de la manera más simpática ridiculizar a la profesión militar, eso por no hablar de Situation Vacant, costumbrismo de pareja con suegra de por medias llevada al extremo, o quizás no tanto, seguro que entendéis a la perfección ese sentimiento. Y de nuevo Dave me encandila con Love Me Till The Sun Shines, todo un truhán presetando su tríptico publicitario para aquella que se atreviera a probar su mojo, un ritmo robado a Gainsbourg y subido de tempo hasta el rock'n'roll. Que si bien se llevaba la psicodelia, aquí reprentada en Lazy Old Sun, ellos antes ya mamaron los standards populares de los que se nutre la misma directamente desde su aprendizaje a temprana edad y más que por un dejarse llevar por la corriente. Y a simpáticos no les gana nadie, Afternoon Tea es pura magia Kinks, una canción aparentemente sencilla que parece un juego que acaba convirtiéndose en primordial, y si se tercia ir a la playa de Brighton y hacer una a la beach boys aquí también tenemos el Funny Face, a Brian Wilson le hubiera encantado firmarla. End of the Season en la onda de los discos antiguos que solían escuchar de pequeños, music hall totalmente fuera de onda. Y la archiconocida Waterloo Sunset, canción de canciones, cambia la tristeza por una alegre melancolía, pocas veces en la historia del rock una canción ha conseguido conectar con esa esencia de la clase media-baja, con tan poco, con unas pinceladas, más que como crónica o descripción, hace sentir esa misma emoción al oyente, pura magia kinky.

Los Kinks fueron/son enormes, con rotundidad, siempre fueron harina de otro costal, incomparables, únicos, pasta especial con la que lograron un disco muy variado sin perder la cohesión. Y es que señores/as, los Kinks consiguen con sus canciones hacer felices a los mortales, con una ironía muy fina, con la pasmosa facilidad de recrearse en la melodía y el estribillo para no dejar de lado la letra inteligente que despeja la ecuación con sonrisilla complice hacia el canturreo de estribillo fa fa fá, y que ya superado el prejuicio beatles everywhere (a quien no le afecte que tire la primera piedra) trae el sonido arquetípico y propio de los Kinks, para mí el más adictivo, amalgama de estilos todos pasados aquí por un filtro acústico lleno de detalles y buenas ideas y un sentimiento de familiaridad que hace que allá donde los escuches te sientas como en casa. Una joya de su tiempo y de los tiempos en general, mi preferido hasta la fecha de los Kinks.

Comentarios

  1. Bravísimo, Chals, tienes una forma de narrar que me encanta. No he profundizado mucho en ellos aparte del disco ese que habla del Imperio Británico; pero sé lo importante que es Ray Davies. Por eso, ya va siendo hora de saldar cuentas pendientes. Un abrazo, caballero.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no te los pierdas Alex, es un esencial del que se aprovecha todo, tu que eres más del hard ese del imperio te habrá sabido bien, incluso dale al Lola, toda la discografía tiene mucho encanto. Saludos y gracias por pasar

      Eliminar
  2. Ultimamente The Kins estan en todas partes, esparcidos por el aire como el jodido polén, la entrada es documentada y entretenida a un tiempo, muy buena como siempre Chals, y eso que yo adorando a The Kins y encantandome este disco es a partir del siguiente "Village Green..." cuando me matan y luego me arrastran, pero ya aquí me parecen muy grandes.
    Buena semana y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tengo sensaciones encontrdas al respecto Addi, fíjate que yo pensaba como tú, pero de un tiempo a esta parte no hay disco de los kinks al que no le vea el encanto, incluso kontroversy y para atrás, similar me pasa con los Stones que sus primeros discos me parecen muy buenos y disfrutables, será que soy un nostálgico empedernido, no lo sé, lo seguro es que los Kinks es un grupo muy grande. Saludos

      Eliminar
  3. gran disco, el comienzo de muchos otros

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A decir verdad a partir de aquí empezaban atener muchos detalles en los arreglos de los discos, Ray davies se metía hasta la cocina y cuidaba cada rincón, gran disco. Saludos Félix

      Eliminar

Publicar un comentario