"...llevó la expresión artística a niveles de realismo pocas veces visto, arriesgó y se dió de bruces contra la incomprensión de unos años 70 que asomaban desinhibidos y trufados de excelsos trabajos de rock..."
Que le voy a hacer si me fascinan sobremanera los discos de intensidad lírica descomunal, discos difíciles que miran hacia lugares donde no es nada fácil mirar, a nadie le gusta sentirse mal pero en ocasiones estos ejercicios de espeleología emocional pueden conseguir que nos enfrentemos a ciertos miedos que aunque sólo parecen existir en el contexto de los versos, descubren los rincones oscuros de cada cuál y nos acerca a nuestros propios límites, y Lou Reed en eso siempre fue un maestro de maestros, entendió el rock como un vehículo lírico muy potente con posibilidades expresivas infinitas, hizo algo similar a lo que hizo Dylan dando otra dimensión al rock, e introdujo sentimientos y emociones que hasta ese momento eran ciertamente tabú. Además superó con creces el estigma juvenil y musico-festivo al que siempre se había adscrito la música en los 60. Odió en sus canciones, intensificó la angustia existencial y la desesperación hasta niveles nunca vistos, nos hizo sentir la violencia de las calles, también la de género antes que nadie se atreviera, el amor nunca entendió de sexos, ni tuvo barreras de ninguna clase, hizo de la marginación un espacio vital tan digno como la normalidad, y habló de la droga sin complejos más como un acto de expresionismo realista que por simple apología, lástima que muchos jóvenes de la movida no lo entedieran así.
El plantel en este disco es de auténtico lujo, tenemos a Steve Hunter, a Jack Bruce, a Steve Winwood y al gran Aynsley Dunbar, hasta los hermanos Brecker aportando ese punto de calidad a los vientos, saber hacer por donde quiera que miréis, y con la inestimable mano en los arreglos Bob Ezrin, quien supo canalizar el estado anímico después de su desastrosa relación con Bettye Kronstadt. Lou Reed aportó sus canciones y su guitarra acústica, y centró su labor en la interpretación vocal con un resultado excelente en cuanto a la expresividad que el concepto requirió desde un primer momento.
Apuntar que muchas de las canciones datan de la época con la Velvet Underground, desde Berlin, la canción que da título al disco y que ya apareció en su debut en solitario, aquí con un simple arreglo para piano, perfecta para introducirte en la historia, partiendo de una fiesta de aniversario y mostrando la verdad puertas a dentro, Lady Day tiene unos arreglos exquisitos, orquestada al detalle, perfectamente podría pertenecer a su anterior disco, y Men of Good Fortune muestra el camino futuro del Reed más básico y reflexivo, según parece fue de las primeras canciones que tocó la Velvet en directo hacia 1966, algo que sólo los archivos de Warhol pueden atestiguar, al igual que Oh Jim, aires siniestros que se adelantaban a su época, armada a partir de la demo Oh Gin. Caroline Says(II) reescrita a partir Stephanie Says, aparecida en bootlegs y algún recopilatorio, y Sad Song procedente de otra demo de la Velvet, aquí con las lyrics modificadas en casi su totalidad. Es evidente que esta obra conceptual se alimenta de su etapa clásica, algo perfectamente respetable y que no resta ni un ápice de interés a cada una de las canciones.
Pero no todo son arreglos orquestales, aquí hay espacio para momentos de pura delicia rock y glammer como How Do You Think It Feels, el solo de guitarra es para enmarcar, probablemente ésta la metería en mi top ten de canciones de Reed, la primera parte de Caroline Says(I) no se queda atrás. Podría decirse que la parte central del disco, junto a Oh Jim, es la parte más guitarrera, Steve Hunter brutal acompañado por la sección de vientos, canción con cambio de ritmo hacia una parte más acústica y que da paso a la segunda cara, las últimas cuatro canciones, la archiconocida Caroline Says (II), la devastadora The Kids, con un punto de emotividad añadida con el llanto de un niño, da paso al climax de The Bed, desenlace fatal, el colmo del optimismo "That it'd end this way but funny thing I'm not at all sad", no lo digo a modo cínico, más como mi admiración hacia Reed demostrando una empatía total con alguien atrapado que sólo es capaz de ver una única salida, y finalizada con la voz espectral del espíritu que se aleja, quien sabe si liberada, hiela la sangre. Cierra Sad Song con orquestaciones con cierta cadencia optimista, pese a su título, en estos versos uno puede hallar cierta esperanza.
En su búsqueda y a través de sus discos Lou Reed dió siempre voz a los desesperados, a las últimas oportunidades y a la soledad profunda, en Berlin especialmente como nunca antes lo había hecho, no dejó que los trapos sucios de nuestra sociedad fueran barreras que le impideran expresar ese punto de vista que la mayor parte de las veces nos resulta tan lejano y diferente a lo que nos encontramos en nuestro día a día. En esta obra de gran calado logró dar con la esperanza después de la desesperación y más allá de la muerte entendida como un nuevo y luminoso principio.
Berlin fue en su momento un gran agujero negro que a punto estuvo de engullir a Lou Reed, arriesgó en su afán por llevar la expresión artística y lírica a niveles pocas veces visto en la historia del rock, pasó de la nueva propuesta de Bowie y del maquillaje glam que hubiera supuesto uno nuevo éxito, y se dió de bruces contra la incomprensión de unos años 70 que asomaban desinhibidos y trufados de excelsos trabajos de rock, cosa que truncó la presentación del mismo en uno de los ejemplos más claros de que las reseñas "de los entendidos" hay que cogerlas muchas veces con pinzas, fue además vilipendiado por propios y extraños, estas canciones incluso llegaron a ser prueba circunstancial en un litigio en el cual se pretendía quitar su potestad sobre su obra presente y futura. Pero el tiempo le dió la razón, incluso orquestó la mejor de las venganzas con la edición en 2008 de Berlin: Live at St. Ann's Warehouse y su consiguiente gira, reuniendo de nuevo para la ocasión a Steve Hunter y Bob Ezrin en la fiesta definitiva que reconcilió al mundo con uno de tantos discos malditos de su discografía. Magistral.
Berlin fue en su momento un gran agujero negro que a punto estuvo de engullir a Lou Reed, arriesgó en su afán por llevar la expresión artística y lírica a niveles pocas veces visto en la historia del rock, pasó de la nueva propuesta de Bowie y del maquillaje glam que hubiera supuesto uno nuevo éxito, y se dió de bruces contra la incomprensión de unos años 70 que asomaban desinhibidos y trufados de excelsos trabajos de rock, cosa que truncó la presentación del mismo en uno de los ejemplos más claros de que las reseñas "de los entendidos" hay que cogerlas muchas veces con pinzas, fue además vilipendiado por propios y extraños, estas canciones incluso llegaron a ser prueba circunstancial en un litigio en el cual se pretendía quitar su potestad sobre su obra presente y futura. Pero el tiempo le dió la razón, incluso orquestó la mejor de las venganzas con la edición en 2008 de Berlin: Live at St. Ann's Warehouse y su consiguiente gira, reuniendo de nuevo para la ocasión a Steve Hunter y Bob Ezrin en la fiesta definitiva que reconcilió al mundo con uno de tantos discos malditos de su discografía. Magistral.
Grandísimo post. Y Lou... joder, le echo de menos. Qué disco!!! tal vez mi favorito de Lou.
ResponderEliminarGracias Nikochan, así es my king, se le hecha mucho de menos, este disco también lo tengo entre mis favoritos, gracias por pasar. Saludos
EliminarBuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuf, ¡ést es uno de mis discos favoritos de toda la historia! Un álbum que sin ser Blues y Jazz contaba las historias de perdedores de aquellos discos. Grande, Chals; ya te diré qué pienso de Reed cuando se conmemore el aniversario de su muerte. Un abrazo :)
ResponderEliminarMucha grandeza en este disco si, y muy bueno tu apunte sobre el blues y el jazz, si es verdad que Berlin tiene el toque jazz que tom waits se conoce tan bien al dedillo, gracias por pasar, Saludos
EliminarIrrepetible disco y artista.
ResponderEliminardígame usted Don Guzz, del hondo calado emocional de Nebraska y para arriba. Gracias por pasar, Saludos
EliminarExcelente analisis, Chals.
ResponderEliminarMe gusta Berlin pero es quizas el disco grande de Lou que mas me cuesta siempre....Lo mio fueron los Street Hassle o The Blue Mask de turno.
Un abrazo
Gracias Mansion, , realmente no es un disco fácil y que apetezca siempre escuchar, y más pululando discos como Transformer y Coney Island. Un día quiero detenerme en Street Hassle, y ojo Mansion al denostado Rock'n'Roll Heart, hay mucha grandeza en ese disco. gracias por pasar. Saludos
EliminarSin duda alguna, mi disco favorito de Lou Reed. Como pequeño homenaje a este magnífica entrada, me lo voy a pinchar ahora mismo para recordar grandes sensaciones.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos,
JdG
Gracias Javier, me ruborizan tus alagos, es fácil dejarse llevar por estas canciones con tanta grandeza. Conectaremos en el eter via Berlin. Gracias por pasar. Saludos
EliminarFue durante muchos años mi disco de Lou, hoy tengo muchos discos de Lou pero por alguna razón desde que nos dejo me duele este disco, la biscosidad que encierra, el agobio, me pase a C.I. Baby pero este es una POM.
ResponderEliminarTu entrada excelente y apasionada.
Abrazo
Es muy denso y doloroso, el mismo Bob Ezrin admite en entrevistas que fue una etapa muy dura para Reed, Berlin fue como un pozo que además de dar salida a sentimientos tan oscuros atrapaba a su autor en la misma inmensidad. Gracias Addi por pasar. Saludos
EliminarCada vez que escucho Man of Good Fortune la vida vuelve a tener sentido. Como muchos de los que comentan, creo en este disco mas que en el padrenuestro ... mucha nostalgia Reed en la blogosfera ultimamente como no puede ser de otra manera. Saludos
ResponderEliminarSi es verdad, con l factor "eternidad" que empuja su obra empizan a salir a flote esas grandes canciones que pasaron desapercibidas entre los "walkonthewildside", gracias por pasar. Saludos.
EliminarOtros de esos discos que llevo muy adentro, muy asociado a momentos de crisis en mi vida, como un manual de supervivencia para naufragios...uno de los momentos álgidos de la música contemporánea. Un diez para tu entrada. Saludos
ResponderEliminarGracias Antonio, es que este disco es de una belleza crepuscular asombrosa, una cima creativa para Lou Reed, saludos y gracias por pasar.
EliminarObra maestra absoluta que retrata el dolor y el miedo como pocas, pero en la que no falta la luz a la que te refieres. Aquí está el Reed más personal, el mismo de "Street Hassle", "The Blue Mask", "New York" y "Lulu", colosal despedida junto con Metallica que cada día que pasa me parece mejor y más arriesgada. Brillante tu texto, Chals.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lulu lo he esuchado bastante, y es cierto que de primeras cuesta superar esa capa pesada de Metallica, pero hay mucho Reed y del bueno, mi preferida es Junior Dad que me continúa pareciendo una bestialidad, es como un gran cuadro pintado con pentagramas. gracias Gonzalo, viniendo de ti tus alagos me ruborizan. gracias por pasar. Saludos
EliminarMe gusta eso que dices de que te fascinan los discos difíciles de mucha intensidad lírica. Yo este disco lo asocio con el "Magic and loss" o con los dos de Joy Division. Me perturban y me fascinan al mismo tiempo. Buen post, mestre, con Lou Reed imaginaba que habría pasión y nivel. Abraçada.
ResponderEliminarMagic and Loss es otra de esas obras a tener en cuenta y que ya te he leido en el Espacio, es más, según le leí a Reed en "Atraviesa el fuego" fue posiblemente su disco favorito. Saludos my mestre y gracias por pasar.
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