Al final uno se cansa o deja de confiar en la recomendación de turno cuando alguien viene con que tal o cual artista es el nuevo tal o el nuevo cual, quiero decir, que discos de temporada todos los años hay muchos como para andar etiquetando de obra maestra cuando no de mejor disco de... por favor!, demasiados, artefactos vistosos y atractivos, me da extrema pereza y muy pocas veces me resulta real, las otras el pufo no tarda en deshincharse cuando las repetidas escuchas descubren que detrás no hay profundidad alguna, son manías mías, quizás sea yo y no tú. Pero es que no queda nada por descubrir, ni inventar y el caso es que cada vez valoro más a los/las artistas que lo que traen consigo es una trayectoria y una coherencia, cuando sus intenciones son diáfanas y no hace falta explicaciones sobre nuevas elecciones de producción, de estilo, etc... Rhiannon Giddens para mi es ejemplo total de lo que una artista tiene que tener para que vaya a ciegas y me deje llevar al huerto, la comparo con mi querida Gillian Welch, ambas con los Apalaches en común, ambas con un sentido de la tradición exquisita y donde básicamente la interpretación acaba siendo su mejor coartada y la verdad de su música. Giddens tiene a diferencia una voz más privilegiada en cuanto a registros, no en cuanto a belleza, que ambas me encandilan, también un sentido mucho más racial y la intención de recordarnos que este mundo, como decía James Brown... it's a man's man's man's man's world.
Y es que no me hacía falta este disco para confirmarla como la gran artista que es, pués ya lleva bastantes años de buenos discos a sus espaldas con los Carolina Chocolate Drops, a parte de otros proyectos incluido su participación en las decepcionantes nuevas basement tapes de donde sólo a ella salvaría, además de sus dos discos en solitario claro. Poco hay que explicarle, poco tiene que justificar esta señora, grandísima instrumentista además, algo a remarcar en un sector donde no suele fijarse el personal en ciertas habilidades cuando es una mujer la protagonista absoluta, las cosas como son. Ella lo tiene y sólo queda estar al quite con cada disco que edite para dejarse llevar a sus dominios, no falla.
Ya llevo bastante tiempo con Freedom Highway, segundo en solitario de Rhiannon Giddens, querida en esta Route y de la que ya hablé en la reseña de Tomorrow Is My Truth (léase aquí: https://goo.gl/x0uIBM). Creo que no hará falta decir que es una de mis voces favoritas de la actualidad pués me parece siempre muy fino todo lo que hace y todo lo que canta. Una voz clara y potente, cálida cuando quiere, y esta vez a diferencia de su anterior disco, con la mayor parte de las canciones de su puño y letra, continuando eso si con la coherencia temática del debut a su nombre.
Y es que no me hacía falta este disco para confirmarla como la gran artista que es, pués ya lleva bastantes años de buenos discos a sus espaldas con los Carolina Chocolate Drops, a parte de otros proyectos incluido su participación en las decepcionantes nuevas basement tapes de donde sólo a ella salvaría, además de sus dos discos en solitario claro. Poco hay que explicarle, poco tiene que justificar esta señora, grandísima instrumentista además, algo a remarcar en un sector donde no suele fijarse el personal en ciertas habilidades cuando es una mujer la protagonista absoluta, las cosas como son. Ella lo tiene y sólo queda estar al quite con cada disco que edite para dejarse llevar a sus dominios, no falla.
Ya llevo bastante tiempo con Freedom Highway, segundo en solitario de Rhiannon Giddens, querida en esta Route y de la que ya hablé en la reseña de Tomorrow Is My Truth (léase aquí: https://goo.gl/x0uIBM). Creo que no hará falta decir que es una de mis voces favoritas de la actualidad pués me parece siempre muy fino todo lo que hace y todo lo que canta. Una voz clara y potente, cálida cuando quiere, y esta vez a diferencia de su anterior disco, con la mayor parte de las canciones de su puño y letra, continuando eso si con la coherencia temática del debut a su nombre.
Este disco es maravilloso, canciones que necesitan ser degustadas con paciencia y eso me gusta, me gusta mucho, hay que planteárselo como un recorrido por la música afro-americana. Empieza esta camino por la carretera hacia la libertad con At The Purchaser's Option, profundo tratado sobre la exclavitud, un canto de resistencia magnífico, hace delicioso el The Angels Laid Him Away de Mississippi John Hurt, ahí es nada, también la favorita Julie donde demuestra su maestria con el banjo. A diferencia de su debut donde reinan el folk, el blues y el gospel, en Freedom Highway se deja querer por ritmos más funky y r&b, buenos ejemplos son Better Get It Right The First Time donde se atreve con un dueto rap que oigan, no queda nada nada mal, es más, se ha afianzado como una de mis favoritas, otra Freedom Highway, versión de la familia Staples y la que da título al disco es otra de las maravillas contenidas en este disco, la chica sabe por donde va. Pero Ah! routers! En pleno 2017 encontrarse con un espiritual como We Could Fly es un milagro, una canción que da descendencia al legado de Odetta y que al mismo tiempo se desenvuelve optimista y luminosa en medio de un discurso donde predomina cierto desencanto y crítica sobre una sociedad que parece confusa y plagada de toda clase de injusticias.
La sensación de que Giddens ha sabido dar otro enfoque a la primera Joan Baez fue ya evidente en su primer disco, evidente en el presente a través de Birmingham Sunday, la tercera de las versiones esta vez de Richard Fariña y popularizada en su día por la mencionada Joan Baez. El recorrido pasa también, como no podía ser de otra manera por New Orleans con la deliciosa Hey Bébé donde la trompeta juega su papel para situarnos en la capital de la música, de nuevo es la sordina la que manda instrumentalmente en The Love We Almost Had, una de las joyas del disco. Termino este rápido repaso comentando que tanto Baby Boy como Following The North Star recuerdan a sus Carolina Chocolate Drops, con un enfoque quizás más abierto y quizás sea la señal que confirma que esta carrera en solitario debería tomarse como evolución más que como punto y a parte, hay continuidad y hay intención de enriquecer el discurso que ya dominaba con el grupo madre, y lo hace y creó que hará y crecerá a través de producciones exquisitas donde su voz es el epicentro y motivo principal.
Rhiannon Giddens hace lo que sólo los más grandes saben hacer, primero domina y luego moldea la tradición a su gusto huyendo del ejercicio meramente revivalista para armar un discurso profundo donde predomina la crítica y la protesta con dos elementos primordiales: el racial y la lucha de la mujer, con mensajes de resistencia a la adversidad que parten de la historia sangrante de sus antepasados y que extrapola a la actualidad a través de una interpretación genuina y apasionada, con unos arreglos aparentemente austeros y sin embargo con una riqueza instrumental apabullante, clara evolución de sus Chocolate Drops. Esta mujer es capaz de hacer todo aquello que se proponga, una grande, tiempo al tiempo. Delicatessen.
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