M.Ward - "Post War" (2006)


Llevaba mucho tiempo buscando Post War en vinilo simplemente porque todos los discos de Ward son para escuchar en vinilo, cuida todos los detalles, las tomas microfónicas y el registro de las mismas, la mezcla, edición y masterización, siempre pensando en analógico, una manera de trabajar que a fecha del lanzamiento de este disco era una prĆ”ctica obsoleta, entonces se afirmaba en portadas la muerte del vinilo y el cierre de las Ćŗltimas productoras de copias mecĆ”nicas, momento en el que casi todo el mundo tenĆ­a una home studio con su targeta de sonido y sus pluggins, prĆ”cticas caseras que triplicaron la oferta de manera exponencial, algo que, oigan, tambiĆ©n es de agradecer. ¿Pero que vamos a hacerle?, me gusta darle peso al trabajo artesano y a los artistas que ven en todo el proceso una modo de vida. Ahora parece que las tornas van cambiando poco a poco, por ejemplo, como Jack White que tambiĆ©n es un maestro en estas lides y bien que se esmera en ello.

Pero vamos con Post War, quinto disco del artista, para muchos su cima artística hasta ese momento, para otros una apertura en la busqueda de mÔs audiencia, realmente es el disco que le dió a conocer en el indiemainstream, aunque para mí su grandeza ya quedó mÔs que constatada desde su primer disco, pasando por End Of Amnesia, Transfiguration Of Vincent y Transistor Radio, todos son argumentos suficientes para verle como uno de los genios de nuestros tiempos y mÔs allÔ de su popular reunión kitcsh con la actriz, que no estÔ mal, pero puestos a recaudar en festivales, pues oigan, también lo merece.

Ya sabéis que por mi parte la inmersión siempre es completa y partiendo desde la lírica, primordial para dar su justo valor a toda expresión artística musical que se precie, y que en este disco tiene en la post-guerra el telón de fondo, no la post-guerra de una manera literal, hay muchos tipos de post guerra, como por ejemplo las post-guerras de una larga relación, de una buena amistad, familiares... eso si, no hay ninguna buena. La propia idea de la post guerra es jodida, y aunque resulta menos directa que la propia guerra es igual de cruel en su fatal transcurrir.

Permanecen fuertes recuerdos que se anteponen a la realidad como una pesadilla en horas de vigilia, son las heridas por cauterizar, algunas mĆ”s profundas que otras, sobretodo las mentales, y la sensación de haberlo tenido todo y no tener nada. Momentos de tocar fondo y con el tiempo como Ćŗnico aliado capaz de cumplir su papel, aunque en ocasiones un pequeƱo detalle o un hecho intrascendente induzce el despertar. Un dĆ­a levantas la cabeza y relajas la materia gris, respiras aire fresco y todo es diferente. Este disco atrapa esa fantĆ”stica facultad de la palabra justa en el momento justo, parece grabado para ese instante preciso despuĆ©s del lloro en el hombro, como una escoba que recoge los trozos que quedaron al final de la batalla. AhĆ­ posiciona Post War su grandeza, en sus propiedades curativas.

En lo musical M.Ward arrastra con oficio la mĆŗsica popular americana y hace predominar sus referencias pre-sixties imaginando un sonido radiofónico idĆ­lico donde las Ć©pocas pasadas se dan la mano con el presente de la manera mĆ”s gracil y espontĆ”nea, es pura magia. Con Poison Cup abre el disco con tres acordes, la mullida almohada de un teclado y Ward susurrando, pidiendo todo nuestro amor y dando todo su amor a quien le escuche. Un tracklist donde es capaz de absorver todo el poderĆ­o de John Fahey en Chinese Translation, sonar surf en Neptune's Net, al glam de Marc Bolan en Magic Trick, esa manera de ganarnos con tan poco en su Requiem como hacĆ­an los viejos reverendos del rock, como el country-blues lĆ”nguido de Rollercoaster, o un crooner sentado junto a Hawley en la barra de un bar a punto de cerrar en Today's Undertaking, balada de derretirse Eyes On The Prize, y se trae a su terreno To Go Home, la canción de Daniel Johnston con la ayuda de Neko Case, que colaboraciones de lujo que no protagonistas no faltan, tambiĆ©n tenemos a Jim James, el baterĆ­a de The Decemberists y al de los Thermals, el fenomenal multi-instrumentista Mike Moggis, garantĆ­a de encontrar en su sitio instrumentos tal que mandolinas, timbales, campanillas y diferentes aparatitos tal que el omnichord, como siempre, una alineación de lujo.

Sus letras son simples, puede, pero son seductoras, lo dicen todo diciendo poco, dando unas pinceladas, para ello el timbre de su voz, suave y rasgado, es perfecto, parece hablar y no cantar, tranquiliza, no es solo lo que te dice, sino como, y aunque no quieras sonreir, Ć©sta se escapa y entonces cada verso suena como un remedio que no sabe amargo. ¿Quien no puede beberse de un trago la copa de veneno que nos ofrece Ward? yo repito cada vez hasta caer ebrio. Una joya de vinilo, y un tesoro de tracklist. Un disco muy recomendable.

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