The Band - The Last Waltz 1976 (Publicado en 1978)


...este gran salón de cortinas de terciopelo rojo y luces de palacio de Versalles con banda sonora antigua, nos cuenta la historia de la música popular americana del siglo XX condensada en un concierto.

¿Que podría decir un pobre mortal como yo ante el Olimpo de dioses y semi-dioses que aquí se dan cita? Aprovecho que la iniciativa Elultimovalsfrias2016 va tomando forma para rendirle homenaje a tal magna obra de la cultura contemporánea, además buena excusa para colgar esta portada de letras doradas que quizás algún insensato aún no habrá visitado. Este gran salón de cortinas de terciopelo rojo y luces de palacio de Versalles con banda sonora antigua, nos cuenta la historia de la música popular americana del siglo XX condensada en un concierto, en formato película a cargo de Martin Scorsese, también en este triple vinilo que guardo como si fuera oro puro y me sirve de guía para mi esparcimiento textual sin medida. Marchando unas raciones de pavo calidad primera para este día de acción de gracias, y demos gracias a The Band.

Considero a The Band un grupo perfecto en todos los aspectos, todos sus componentes eran grandes instrumentistas y todos cantaban bien, tal vez deberíamos dar a Robbie Robertson incluso un status algo mayor por las grandes canciones que compuso. Pero sobre todo me parece primordial como consiguieron popularizar de nuevo la tradición americana más que cualquier otra moda sin dejar que el respeto por los orígenes lastrara lo más mínimo un resultado atractivo y actual. Dylan les dió la clave de la canción popular, y ellos se explayaron con todo aquello a su alcance, el folk, el soul, el blues, el R'n'B, el R'n'R, el Country ... cada canción es una celebración de la música en toda su grandeza, creando algo nuevo pero igualmente universal como cada una de sus partes. Razones para tener este concierto en todas sus dimensiones físicas son muchas, pues este directo está más allá de rankins, está por encima incluso de su estatus de concierto al uso de grandes éxitos de la banda que corresponda. Buceando por el Último Vals encontré en su momento las verdades que iba buscando, pues cuando eres joven se tiende a ver todo en riguroso blanco y negro, y aquí la gama de grises es tan amplia como fastuosa y magnífica.

Este repertorio de canciones propias y versiones es capaz de llevar a cuestas a algunos de los artistas más importantes, que no necesariamente conocidos, de la música popular de los 60 y 70, y lo hace sin salirse del guión. Tiene su mérito que más allá de su ostentación en cuanto al montaje y la presentación con cena de gala y decorado lujoso de época, sea aún capaz de convertir el adiós oficial de una banda en una fiesta perfecta para celebrar la música americana en toda su magnitud, focalizándose al sur, el origen en New Orleans, y con ese tira y afloja entre el blues del Mississippi y su diáspora hacia la electricidad, entre el gospel de los campos de algodón y el soul de la ciudad, y por supuesto entre el R'n'B y el rock'n'roll en ese punto en el que no se diferenciaron. Además vistieron a la música negra con las galas que merece a través de artistas que la simbolizan, el estándar "Manished Boy" cantada por Mudy Waters es brutal, quinta-esencia del sonido moderno de los 50 y del paso de 'acústico a eléctrico. Tan importante como la presencia de los padres del soul Mavis y Pops Staples en "The Weight" un canción que ha tenido millones de versiones, algunas muy buenas, capaz de hacer de un buen artista algo más elevado.

También es muy especial el momento de "Caravan" con Van Morrison que deja a las claras que siendo de continentes diferentes, transitan todos en una misma dirección, como anécdota contar que en todo el concierto Dylan sólo salió de su camerino para ver al León de Belfast. Otro gran momento es el protagonizado por Neil Young con el "Helpless" del Déjà Vu, suficiente para entender que con los mecanoscritos del Mar Muerto, o llamadlo Basement Tapes si prefiere, Young encontró la influencia decisiva en su manera de entender la música de raíces, como hecho anecdótico, Shakey iba hasta las cejas de farlopa, con la mandíbula casi fuera de lugar, confesaría Robertson a posteriori que aquella fue la mandanga más cara que nunca había comprado pues en post-producción Scorsese se tuvo que esforzar bastante para disimular los restos que se le quedaron en la nariz, lo que no resta valor a uno de los grandes clímax de la velada, pero que a la vez muestra el ambiente del backstage, y por extensión del mundo del rock de aquellos momentos, digamos en plena decadencia.

Este concierto además traza esta línea musical de ida y vuelta entre yanquis e ingleses, así que no podían faltar dos de los pilares básico del blues de los 60, Paul Butterfield y Eric Clapton, ambos con el universal lenguaje de los doce compases que cruza la línea hacia el rock'n'roll, fenomenales sus intervenciones en "Mistery Train" y "Further On Up the Road" respectivamente. También es evidente que la presencia de un beatle y un stone es simbólica en cuanto al legado de sus bandas más que por su aporte al concierto, colaboraciones que responden más a la oficiosidad, como para dejar constancia de la grandeza e importancia de sus bandas en la historia de la música popular, un golpe de efecto. también me parece especial el momento de "Evangeline" con Rick Danko y Emmylou Harris apareciendo como un ángel, por favor!, es pura mística country.

Pero tan importante o más me parecen los hilos de los que tirar y que este concierto pone al alcance de quien se adentre, artistas no demasiado reconocidos como Dr. John en "Such a night" y junto a Bobby Charles en "Down South in Nueva Orleans", este último totalmente desconocido para el gran público y del que sólo quedó constancia de su existencia en imágenes grabadas en este concierto que encima finalmente quedaron inéditas, maldito hasta el final. Indudable será siempre la rendición hacia Joni Mitchell omnipresente en todo el concierto, pero que en "Coyote" deja patente el hecho de ser una las compositoras más grandes que ha tenido la música y menos reconocidas en comparación, en este concierto aporta su voz marcando su terreno en un mundo de hombres con maestría inestimable. Mención de honor a los arreglos de viento a cargo de Allen Toussaint, un lujo que dió a esta velada la verdad funky y la grandeza del sonido de New Orleans.

La presencia de Neil Diamond es extraña y no cuadra, quizá por su halo de canción melódica comercial, tampoco molesta mucho, venía por imposición de Robertson que además le produjo su disco de ese mismo año, juntos compusieron "Dry Your Eyes", lo que no resta un ápice de interés en el gran puzzle musical que aquí nos plantean The Band. Por supuesto, Dylan tenía que estar, aunque los términos y condiciones exigidas por el artista tensaron hasta el límite su salida a escena, pues el de Duluth no quería que se filmaran sus interpretaciones, ausencia que habría cambiado el mismo concepto de la velada, Bob Dylan temía que su película, a punto de salir, tuviera su mayor competencia en un concierto donde encima él fuera uno de los grandes valores, pues su intervención ocupa casi toda una cara de vinilo, "Forever Young" y "I Shall Be Released" son litugia sagrada.

Una banquete donde amistad y referencias musicales, donde fiesta y gratitud recíproca, se solapan y se palpan en el ambiente, los egos también están presentes, pues el nivel de grandeza por metro cuadrado raya la fantasía, pero es mantenido a raya en todo momento, eso por no hablar de las fuertes tensiones entre Levon Helm y Robbie Robertson hasta antes del concierto, por la enorme presión que suponía el extenso repertorio a saberse al dedillo, y porque mientras el primero pensaba en un nuevo principio, el otro esperaba el descanso deseado y la disolución después de años juntos en la carretera, imposible vivir así. Ambos aquella noche sabían que además de una sola toma y más allá de la fuerte tensión entre ellos, tenían una enorme responsabilidad con un repertorio entre canciones propias y ajenas que ya pertenecía a la música popular, y junto con sus compañeros se dejaron cuerpo y alma en una grabación para la posteridad .

Y en cada cara de vinilo la curva sube y baja proporcionando unas veces el éxtasis teresiano, y otros obrando como el testimonio final de unos años donde la expresión artística y la esencia popular fueron de la mano como nunca antes, este concierto sellaba el final de la época dorada del rock. No se puede tener más clase que The Band en este Día de Acción de Gracias, y muchas gracias habría darles por ser unos artistas de su tiempo que supieron leer esas verdades que no aparecían escritas en titulares en las hojas principales de la época dorada del rock. Un directo que tengo en la vitrina de honor. Imprescindible darse una vuelta de vez en cuando por esta velada. Pónganse si acaso sus mejores galas y escuchen con atención.



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Y ya de paso aprovecho la ocasión para que os hagáis seguidores si aún no lo sóis de la página de facebook de "Elultimovalsfrias2016" fuente de información de un encuentro imprescindible para el próximo año en conmemoración de este concierto y por extensión de todos los artistas que directa o indirectamente formaron parte de él. Entrad aquí: https://goo.gl/pkxNkK

El Último Vals - Frías 2016

Texto publicado originalmente en valenciano en
NO SÉ VIURE SENSE ROCK

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