... un señor músico que se sabe todas las troncales de la música sureña, todo lo que hace lo hace bien. En este disco toman mayor protagonismo los coros gospel y los espirituales de la famila Staples, y su blues, que aunque el blues sea normalmente el vehículo para cantar las penas, el suyo es un blues soleado y con una carga positiva sin parangón...
No sabéis lo que me molestó que Southland Mission pasara totalmente desapercibido. De esas ocasiones que sabes que tienes un tesoro entre manos pero por llegar en las fechas que llegó nadie hizo ni caso de la recomendación de turno (https://bit.ly/2zNq225). Aquel disco de 2015 es una joya poco conocida y que invito a revisitar. También sería de recibo que ahora andara yo ninguneando a este nuevo People Are My Drug por simple despecho, porque este señor simplemente es muy buen músico y además en todos los jaleos en los que anda metido son garantía de calidad. Si seguís el enlace anterior resumo bastante bien como lo conocí, de donde viene y que ha hecho. Aún así me ha puesto en la pista de este disco que he estado a punto de pasarme por alto la excelente reseña en la isla nikochiana (https://bit.ly/2SwOdZC).
Calidad a borbotones. Este hombre es un señor músico que se sabe todas las troncales de la música sureña, todo lo que hace lo hace bien. En este disco toman mayor protagonismo los coros gospel y los espirituales de la famila Staples, y su blues, que aunque el blues sea normalmente el vehículo para cantar las penas, es un blues soleado y con una carga positiva sin parangón. Y claro, ante tanta renegrura que tenemos hoy en día allá por donde mires, pués que te venga alguien y de la manera más honesta y sencilla te ponga una sonrisa en la cara, pués es para valorarlo al alza. Además os reto a que le pilléis in fraganti en alguna foto en la que no esté con una sonrisa de oreja a oreja, que no que no, que se le ve a la legua que su presencia en cualquier habitáculo es suficiente para alegrar a quien allí se encuentre. Y es que su música tiene eso mismo, y encima canta bien.
Desde la primera Steampowered Blues este artefacto es una auténtica delicia, niuorlins campestre de guitarras y unos coros a cargo de Tamisha Waden y Chastity Brown que estallán en un delirio soulful, coros que están omnipresentes en todo el disco. El poso de su querida familia Staples queda más que patente, esta vez con una composición del mítico Lloyd Woodard (The Five Blind Boys Of Mississippi) en esa otra perla que es Tide Of Life, otra maravilla y vamos por la segunda.
Lo que hace en Miles Away me lleva a su primer disco, y a mí si me dan tristeza que me la den como en esta canción en la que la voz de Amelia Meath, del poco conocido grupo Mountain Man (habrá que ponerse a ello) y que además coescribe la tonada, cobra protagonismo en un dueto simplemente delicioso. Another Mother's Son es delicatessen y decidme lo que queráis pero ya hace muchos años que Ryan Adams no se arranca con americana como esta, que de ser suya lo estarían bajando en procesión en barca por el Mississippi. A este hombre el southern soul le corre por las venas, quien lo diría con esa pinta de blanquito empollón en por ejemplo He Gives Us All His Love, la balada que le coge prestada a Randy Newman, que guitarra y que clase. Now That I Know descubre esa vena con el groove tan big pink, ese dulzor que seguro que un día será mejor reconocido. Ya en la recta final la delicada Tupelo Child de nuestro también adorado MC Taylor, amigo y compañero de correías musicales, derretirá al más pintado, esencial el contrapunto de la voz femenina. Deeper Kind nos lleva a otros tiempos en Memphis cuando la línea entre r'n'r y r'n'b aún no había sido trazada del todo y además puedes pensar que detrás del piano en este cante de llamada y respuesta podría sentarse Fats Domino, por que no?. Cierra este disco la relajada y tranquila Life entonando un '- brother, brother' que pliega toda la música bebiendo de la fuente original de New Orleans en esta canción original de Allen Toussaint, que sí, que sabe donde rascar.
Phil Cook es garantía de las cosas bien hechas y de influencias bien digeridas, y entrega un tercer disco a la altura de la joya anterior, se hace servir de algunas composiciones maestras ajenas, no puede faltar su amigo Justin Vernon que siempre arrima el hombro aunque sólo sea para meter unos coros, sin embargo las que brillan son las voces femeninas a las que da mayor protagonismo (a las ya mencionadas cabría añadir el resto de Mountain Man: Molly Erin Sarle, Alexandra Sauser-Monnig). Una producción cuidada al detalle, guitarras, mandolinas, violines, pianos... quizás un pelín menos orgánica y campestre que su predecesor pero canciones las hay tan buenas como en su Southland Mission. Rasgos que hacen de este People Are My Drug la confirmación de una carrera en solitario brillante y uno de los discos que más me están haciendo disfrutar en el presente año. Así que si por algún casual tienes ganas de que te iluminen el día con canciones, si por alguna de aquellas todo aquello que huele a southern te alimenta el alma, si te gustan los picnics campestres de bocadillo y familia, la sencillez de la contemplación y los sonidos a orillas del Mississippi, estas canciones te van a encantar. Una maravilla. No se lo pierdan.
Dadle una cata rápida en su bandcamp, no hará falta más.
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