A veces la verdad debería importar un poco más. Y más con artistas como Nikki Sudden que hace pocos años se nos fue rascándose el bolsillo para, con suerte, poder dar la moneda a Caronte.
Hace pocos años le descubrí gracias a un gran amigo. Ahora adoro a Nikki Sudden en solitario, con los Jacobites o con The Last Bandits. Hablamos hace poco de su último disco editado en 2006. The Truth Doesn't Matter es su epitafio, un doble vinilo excelente y diverso, rock de guitarras, los Rolling Stones con poso CBGB (Don't Break My Heart), detalles sonido Phil Spector (The Ballad Of Johnny and Marianne), de ascendente americana y de dylanosa dicción (Green Shield Stamps). Quien mejor que mi buen amigo Juan Maestre para, a continuación, dejar constancia de su grandeza en este exilio con sus propias palabras:
Resulta que dejo de escuchar durante algún tiempo a uno de mis artistas favoritos de todos los tiempos y de pronto me encuentro que durante ese lapso temporal, el artista, que ya no está, que se fue y que nos dejó hace unos ocho o nueve años, ha publicado una caja que incluye seis discos de los que dos son un "best of" y los otros cuatro son un ramo de grabaciones de éstas que las compañías discográficas publican en vida si eres un abuelo como Bob o Neil o un artista que muere antes de tiempo y nos dejan huérfanos a algunos melómanos a lo largo de todo el globo.
Porque Nicholas Godfrey más conocido por su nombre de guerra, Nikki Sudden, nos dejó de un infarto hace casi dos lustros y la mayoría no lo siente porque no era precisamente una superestrella, pero a algunos de nosotros nos ha dejado medio huérfanos. Si, porque Nikki hacía prender en sus seguidores la llama que todo buen follower ha de llevar encendida a modo de velita en su corazón de fan. Algunos la tienen por Mily Cyrus, otros tienen infinidad de ellas por una suerte de archipiélago de muchísimas islas con caras de músicos vivos o muertos, y algunos, pocos, muy pocos, pero los suficientes, la llevamos por Mr. Godfrey.
Nikki Sudden no dejaba indiferente, su forma de cantar y componer era tan apabullantemente sui generis, que hacía que el oyente lo odiara o lo adorara. Si te pasaba, o te pasa, como a este que os escribe, al que su forma de cantar y más aún, su forma de componer le toca la fibra, pues entonces el músico se convierte en una persona entrañable de tal forma que sientes su pérdida con mucha rabia, con dolor y con pena.
El otro día, como os digo, descubrí en spotify que se había publicado esa Box Set de la que os hablo arriba. Evidentemente me dio un subidón y me puse a oir diréctamente el disco tres, que es el primero de rarezas con temas en vivo y demás. Fue de estas noches en las que caigo rendido, después de un día más, un día que podía haber sido del montón pero que tuvo su recompensa al final de la noche, ya de madrugada algo me hizo mirar el perfil de Nikki y ahí estaba ese descubrimiento.
La ventana abierta, la una o las dos de la mañana, los auriculares puestos, los ojos cerrados, me fui quedando dormido entre canción y canción y, como sucede en ese sitio, spotify, cuando no pagas, de pronto comenzó a sonar un estruendoso banner sonoro, un anuncio terriblemente terrorífico de una película de, al parecer, campeonatos de break dance. Apagué la luz y me dormí.
Pero antes de morir, justo antes, el inglés se destapó con un disco que acaso pueda pisar sin esfuerzo su podio particular. Ese disco se titula The Truth Doesn't Matter, en cristiano, La Verdad No Importa y refleja todos y cada uno de los colores anímicos que dominaba (o dominaban como a cualquier hijo de vecino) a Sudden. Desde el tono desinhibido, agradable aire gamberro y macarra de algunos temas (Draggin Me Down, Burgundy), pasando por la melancolía y la añoranza evidente de otros para acabar sembrando la simiente de la tristeza (Beyond Hope) en un disco perféctamente encontrable, editado en su día por Secretly Canadian en compact y vinilo doble y que, en algún momento, después de la defunción del artista, fue reeditado en España por Munster Records.
Y qué digo yo de La Verdad No Importa, pues que es un disco grabado por una banda de Rock'n'Roll al uso, con las guitarras respirando maravillosamente, ejecutado con limpieza, con oficio, con las válvulas de los amplis acometiendo como debe su trabajo, con Nikki pletórico, con unas canciones brillantísimas, porque el músico tenía actitud y aptitud, y que todo ello emulsiona en un disco hecho para durar, de ambientes sónicos diversos pero también diverso y heterogéneo desde el punto de vista de las emociones que contagia. Más que digno, sobresaliente. Porque Nikki era un prisma humano de emociones y para ello y como muestra, un botón, The Truth Doesn't Matter.
Porque Nicholas Godfrey más conocido por su nombre de guerra, Nikki Sudden, nos dejó de un infarto hace casi dos lustros y la mayoría no lo siente porque no era precisamente una superestrella, pero a algunos de nosotros nos ha dejado medio huérfanos. Si, porque Nikki hacía prender en sus seguidores la llama que todo buen follower ha de llevar encendida a modo de velita en su corazón de fan. Algunos la tienen por Mily Cyrus, otros tienen infinidad de ellas por una suerte de archipiélago de muchísimas islas con caras de músicos vivos o muertos, y algunos, pocos, muy pocos, pero los suficientes, la llevamos por Mr. Godfrey.
Nikki Sudden no dejaba indiferente, su forma de cantar y componer era tan apabullantemente sui generis, que hacía que el oyente lo odiara o lo adorara. Si te pasaba, o te pasa, como a este que os escribe, al que su forma de cantar y más aún, su forma de componer le toca la fibra, pues entonces el músico se convierte en una persona entrañable de tal forma que sientes su pérdida con mucha rabia, con dolor y con pena.
El otro día, como os digo, descubrí en spotify que se había publicado esa Box Set de la que os hablo arriba. Evidentemente me dio un subidón y me puse a oir diréctamente el disco tres, que es el primero de rarezas con temas en vivo y demás. Fue de estas noches en las que caigo rendido, después de un día más, un día que podía haber sido del montón pero que tuvo su recompensa al final de la noche, ya de madrugada algo me hizo mirar el perfil de Nikki y ahí estaba ese descubrimiento.
La ventana abierta, la una o las dos de la mañana, los auriculares puestos, los ojos cerrados, me fui quedando dormido entre canción y canción y, como sucede en ese sitio, spotify, cuando no pagas, de pronto comenzó a sonar un estruendoso banner sonoro, un anuncio terriblemente terrorífico de una película de, al parecer, campeonatos de break dance. Apagué la luz y me dormí.
Pero antes de morir, justo antes, el inglés se destapó con un disco que acaso pueda pisar sin esfuerzo su podio particular. Ese disco se titula The Truth Doesn't Matter, en cristiano, La Verdad No Importa y refleja todos y cada uno de los colores anímicos que dominaba (o dominaban como a cualquier hijo de vecino) a Sudden. Desde el tono desinhibido, agradable aire gamberro y macarra de algunos temas (Draggin Me Down, Burgundy), pasando por la melancolía y la añoranza evidente de otros para acabar sembrando la simiente de la tristeza (Beyond Hope) en un disco perféctamente encontrable, editado en su día por Secretly Canadian en compact y vinilo doble y que, en algún momento, después de la defunción del artista, fue reeditado en España por Munster Records.
Y qué digo yo de La Verdad No Importa, pues que es un disco grabado por una banda de Rock'n'Roll al uso, con las guitarras respirando maravillosamente, ejecutado con limpieza, con oficio, con las válvulas de los amplis acometiendo como debe su trabajo, con Nikki pletórico, con unas canciones brillantísimas, porque el músico tenía actitud y aptitud, y que todo ello emulsiona en un disco hecho para durar, de ambientes sónicos diversos pero también diverso y heterogéneo desde el punto de vista de las emociones que contagia. Más que digno, sobresaliente. Porque Nikki era un prisma humano de emociones y para ello y como muestra, un botón, The Truth Doesn't Matter.
Por Juan Maestre
Publicado en Exile SH Magazine
Ni puñetera idea. He visto que lo teníais en el Exile, así que le echaré un ojo. Un placer leerte, querido. Hacía tiempo que no lo hacía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy merecida entrada para el gran Nikki. Lo conocí a través de Swell Maps y Jacobites, hace ya mucho tiempo, y me queda iniciarme en su Last Bandits para ya tener una imagen completa. Este "Truth Doesn´t Matter" ya me lo apunto.
ResponderEliminarSaludos,
JdG