Bonny Light Horseman - Bonny Light Horseman (2020)


...la amabilidad melódica con la que se desenvuelven, junto a la familiaridad de las tonadas, las interpretaciones vocales que van alternando entre ellos y una intención sonora que más que acomodarse en la parquedad del folk, lo expande, convierten este artefacto en una auténtica maravilla.



Una de los grandes reclamos de este disco es que tras el nombre de Bonny Light Horseman se esconden tres grandes artistas en lo que suele llamarse un supergrupo. Ellos son Eric Johnson de Fruit Bats, el multi-instrumentista Josh Kaufman, que a pesar de no ser muy conocido ha trabajado con gente de la talla de Bob Weir, Josh Ritter y The Hold Steady entre otros, y Anaïs Mitchell, cantautora reconocida en el ámbito del folk, últimamente metida en saraos de Broadway y de la que cabe destacar el gran disco Child Ballads que sacó junto a Jefferson Hamer hace más de un lustro. (reseña: http://bit.ly/38bfedv)

Otro de los reclamos primordiales para que estas canciones me resulten de obligada parada este inicio de año es el mismo concepto del disco, pues tratan de adaptar canciones que ya pertenecen a la gran historia del folk, una premisa que en principio podría dar como resultado otro aburrido disco de versiones y que en sus manos cobra sentido. No sólo se limitan a modernizar antiguas tonadas, además las transforman, cambian el título, la letra, o simplemente se quedan con el motivo principal y la reescriben para contextualizarlas en la difícil y controvertida actualidad. De Bert Jansch a Fairport Convention, personajes míticos del imaginario folk como John Henry, murder ballads y viejos espirituales, con su visión expansiva y universal del folk consiguen que todas y cada una de las referencias que aluden tiendan un maravilloso puente musical que recorre la historia del folk desde los Apalaches hasta las islas británicas en diez maravillosas canciones.


Desde la tradicional "Bonny Light Horseman" cantada por la dulce voz de Mitchell, una Cindy Lauper del folk, no esconden su apego hacia los orígenes británicos de la música americana. "Deep in Love" esta vez cantada por Johnson, es una tonada rescatada de sus Fruit Bats y grabada en una sola toma, compenetración total que se acomoda en el tracklist tradicional como si hubiera sido pensada para esta colaboración, hay que ver lo bien que le queda el folk al sr.Johnson. Me vienen a la memoria Cowboy Junkies y Maria McKee con "The Roving", es maravillosa por como se acercan al suave dream-pop a partir de una letra de más de quinientos años.


Johnson, Kaufman y Mitchell cumplen esa gran máxima que no está escrita y dicta que el folk debe estar vivo y en constante movimiento, y lo consiguen sin que resulte forzado pues las canciones fluyen naturales, se denota verdadera pasión en sus interpretaciones

Cada tonada tiene su espacio y su carácter, el motivo que traza la guitarra en "Jane Jane" tiene su gancho, un juego vocal a dos bandas con el que se llevan este viejo espiritual afroamericano a su territorio, de nuevo Johnson y Mitchel cantan juntos en la magnífica relectura de "Blackwaterside", la canción que popularizó Bert Jansch, favorita, que elegancia. "Magpie's Nest" lleva el fingerpicking a una eclosión final apoyado por el órgano, y la colaboración vocal de lujo a cargo de Justin Vernon en el espiritual de los apalaches "Bright Morning Star" propicia un muy buen juego de armonías vocales y uno de los mejores momentos del disco, y es que no podía faltar el sr.Vernon, pieza clave que tiene parte de culpa de esta colaboración, suyo es el sello y el festival donde participaron con la coartada del folk. No sobra nada en este disco que encara la recta final con la exquisitez de la balada "Lowlands" y la sencilla "Mountain Rain", termina con "10.000 Miles" ahondando un paso más en el territorio sonoro grácil y etéreo al que llevan el folk, empero, que maravilla.

Sin traicionar el sentido de las tradicionales originales, Johnson, Kaufman y Mitchell cumplen esa gran máxima que no está escrita y dicta que el folk debe estar vivo y en constante movimiento, y lo consiguen sin que resulte forzado pues las canciones fluyen naturales, se denota verdadera pasión en sus interpretaciones y en cada arreglo instrumental, acústicas, eléctricas limpias, pianos y órganos, ritmos suaves, sin sorpresas inesperadas, al contrario, la amabilidad melódica con la que se desenvuelve, junto a la familiaridad de las tonadas, las interpretaciones vocales que van alternando entre ellos y una intención sonora que más que acomodarse en la parquedad del folk, lo expande, convierten este artefacto en una auténtica delicatessen.


Escrito originalmente para Exile SH Magazine

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