John Fahey - "The Transfiguration Of Blind Joe Death" (1965)

Gustándome hasta tal punto la obra de M. Ward, no sería nada lógico dejar de lado la obra de John Fahey, puesto que se preocupó de tenerlo muy presente desde el inicio de su carrera, reivindicación que adquirió mucha más fuerza con la muerte del mítico folkie en 2001, año en el que Ward editaba su segundo disco, y posterior adoración consumada con el sentido homenaje I Am the Resurrection (2006) que por cierto produjo y que contenía versiones de varios artistas (Lee Ranaldo, Calexico, Sufjan Stevens, Howe Gelb, Devendra Banhart). A cada entrevista y a la mínima ocasión que venía a cuento sacaba a colación su mayor influencia, y con él, el nombre de John Fahey empezó a aparecer en todas las reseñas de los discos de Ward, a todos se nos llenaba la boca con el nombre de Fahey como garantía de la recomendación.

Pero tuve la sensación que aunque todos repetíamos como loros las mismas consignas, el tema me olía a chamusquina, pués suele ser costumbre extendida en el mundo de la novedad a toda prisa y sin cuartel, nombrar influencias sin tan siquiera conocerlas, en este caso pocos o casi nadie hablaba de John Fahey o de alguno de sus discos, se presuponía su grandeza como un innovador del fingerpicking y poco más, aquello era más un acto de fe. No es que yo sea un gran conocedor de la obra de John Fahey, no voy a pecar de soberbia ni mucho menos, pero entonces si fui suficientemente curioso como para buscar información del artista y al menos, adentrarme en alguno de sus discos, como no, Transfiguration Of Vicent de M. Ward me abrió la puerta hacia el universo misterioso de The Transfiguration Of Blind Joe Death de 1965.

John Fahey fue valedor y pionero del Primitivismo Folk, denominación recogida del arte francés y aplicada al pasiajismo sonoro de sus séis cuerdas de acero cuál un Gaugin folkie, estilo instrumental que tuvo su camarilla, y que evocaba las músicas pasadas y cantos populares de finales del s.XIX, principios del s.XX, y de los que se sirve Fahey para romper barreras técnicas y de estilo, su inventiva tocaba la genialidad en una especie de folk-modal. En sus manos las baladas folclóricas tradicionales, los blues, bluegrass, gospel y espirituales aún suenan a la vez novedosos y completamente originales, puede que sólo las Basements Tapes de Dylan lograran en su día como Fahey, hurgar en una época pasada y evocarla gracil y casi melancólica.

Desde pequeño encontró en la guitarra una vía de escape a los abusos que sufría en su casa, y en los discos de viejo blues y folk que coleccionaba su inspiración. Su discografía es abundante y difícil de abarcar, lo asombroso de su obra es que no se limita a la genialidad de los años 60, eso sí, cabría destacar como imprescindibles The Voice Turtle (1968) y The Yellow Princess (1969), abarca todas las décadas hasta su transfiguración, haciendo incapié en el no muy asequible y experimental Womblife (1997), iluminados como Cul de Sac, con quienes firmó discos, o Thurston Moore, a quien acompañó en su gira del 96, convirtieron a Fahey en un icono underground de los 90, estatus que avivó con su carácter excéntrico, y dependiendo del humor y los litros de alcohol que se llevara encima del escenario. 

Sí que hay que advertir al neófito que la escucha del disco The Transfiguration Of Blind Joe Death, requiere un nivel de atención extra para que no decaiga la atención a las primeras de cambio, estamos hablando de música instrumental, únicamente con steel guitar y banjo ocasional, digamos que a una obra con tal enjundia sólo puedes acercarte con la misma predisposición con la que se encara una obra de jazz, cada compás, cada cambio de ritmo, y cada fraséo delimitan la historia, y sólo a partir del título la imagen se forma clara en una especie de acto precognitivo. Quince canciones más bien breves, que dan sentido a aquello de la Old Weird America, denominación tan mentada en revistas de tendencias, como poco fundamentada en algunos etiquetajes discográficos. Aquí Fahey crea un mundo perdido y gótico, y para ello se sirve de toda la imaginería de los cuentos populares y leyendas, de una supuesta tradición ancestral. Y aquí viene gran parte de la genialidad de Fahey, que como gran coleccionista de discos antiguos que fue y con cierto cachondeo, creó a Blind Joe Death, su vida, obra, milagros, muerte y resurrección, que desde el título invitaba a la confusión del coleccionista folkie de la época, llevado hasta las últimas consecuencias incluso en las liner notes, donde Fahey se explayó y tiñó dedando supuesta veracidad a base de datos ficticios mezclados con la realidad, dominaba la semántica y la moldeaba a su antojo.

Desde la presentación con la alegre Beautiful Linda Getchell, pasando por la misteriosa I Am The Resurrection, el slide blues The Death of the Clayton Peacock, el asombroso Old Southern Medley con canciones populares añejas, excelente composición Poor Boy, firmada junto a Bukka White, bluesman redescubierto por Fahey para la nueva generación folkie, (esta canción es la única en la que puede oirse la voz de Fahey, su perro le interrumpe con ladridos, Fahey para de tocar y manda callar al perro, luego vuelve a empezar, es hilarante, nunca sabremos hasta que punto se trata de algo improvisado y simpático, un guiño a las grabaciones antiguas de Lomax, ó una burla inteligente a la supuesta autenticidad de ciertos artistas), y hasta el desenlace con la tonada religiosa irlandesa Saint Patrick's Hymn, este disco se me hace ahora imprescindible para más gozo de mis neuronas y para entender el folk con un poco más de perspectiva. En esta transfiguración sonora, su música queda suspendida en alguna parte del espacio tiempo, canciones populares revividas del sXIX, con otras propias, y Blind Joe Death que parece bailar con los espíritus de los viejos bluesman que vagan por la cuneta, Charley Patton y Stephen Foster juntos al son del primigenio ragtime llevado a la lujuria sónica.

Delicatessen.

On the Sunny Side of the Ocean en un directo del 78.


*Publicado en Exile SH Magze

Comentarios