Épica de road movie que empieza en la carretera con The Weekend y termina en ella en Pilgrim con final en abierto y verso de fundido a negro 'keep rollin', rollin' down that road that you’re on...'
A Dave Rawlings y Gillian Welch los conozco gracias al excelente "Heartbreaker" de Ryan Adams, disco inmenso que les debe casi todo (reseña: http://goo.gl/f4gcBM). Desde entonces su prestigio se ha ido forjando en una segunda línea de artistas menos visibles, sin estruendos pero reconocidos como autoridades del género, así poco a poco y sin prisas se han hecho una discografía de discos cocinados a fuego lento, "Time The Revelator" imprescindible, forjados desde una intuición despierta que no es para nada esclava de su virtuosismo: lírico, técnico y artístico. El tipo de artistas capaces de sacar todo el jugo posible a canciones tan míticas como el "Going To California", "Cortez The Killer" y "The Weight".
Aunque su primer disco como Dave Rawlings Machine es del 2009, el poco conocido "A friend of a friend", para mi el precedente inmediato fue el excelente "The Harrow & The Harvest" de hace cuatro años, entonces a nombre de Gillian Welch (reseña: http://goo.gl/7SkSBS). Desde el primer momento tuve claro que marcaba una línea divisoria entre la excelencia y todo lo demás, incluso más allá de los Apalaches que retrataban, un disco llamado a representar todo lo bueno que podía ofrecerse en el actualidad desde los sonidos acústicos de la América profunda, de los Hard Times que decía la canción. Lo que no tenía previsto, ni mucho menos, es que podrían ni siquiera igualar aquel artefacto. Si lo han superado o no, sólo el tiempo lo podrá resolver al menos en mis preferencias. Pero lo que si tengo claro es que en el presente año este Nashville Obsolete será coronado con los más distinguidos galardones.
Si algo hace muy bien este disco es superar la simple defensa sonora de lo arcaico, que si como decía, The Harrow es un hito que tengo en alta estima y además comparte con éste un marco de acción dentro del ámbito tradicional, y por supuesto siempre desde la excelencia, aquí son capaces de abrir caminos paralelos de vuelta que más que desprenderse de todo lo sabido, lo absorben y reinventan de manera muy sutil, y casi inapreciable, pero latente.
Aunque su primer disco como Dave Rawlings Machine es del 2009, el poco conocido "A friend of a friend", para mi el precedente inmediato fue el excelente "The Harrow & The Harvest" de hace cuatro años, entonces a nombre de Gillian Welch (reseña: http://goo.gl/7SkSBS). Desde el primer momento tuve claro que marcaba una línea divisoria entre la excelencia y todo lo demás, incluso más allá de los Apalaches que retrataban, un disco llamado a representar todo lo bueno que podía ofrecerse en el actualidad desde los sonidos acústicos de la América profunda, de los Hard Times que decía la canción. Lo que no tenía previsto, ni mucho menos, es que podrían ni siquiera igualar aquel artefacto. Si lo han superado o no, sólo el tiempo lo podrá resolver al menos en mis preferencias. Pero lo que si tengo claro es que en el presente año este Nashville Obsolete será coronado con los más distinguidos galardones.
Si algo hace muy bien este disco es superar la simple defensa sonora de lo arcaico, que si como decía, The Harrow es un hito que tengo en alta estima y además comparte con éste un marco de acción dentro del ámbito tradicional, y por supuesto siempre desde la excelencia, aquí son capaces de abrir caminos paralelos de vuelta que más que desprenderse de todo lo sabido, lo absorben y reinventan de manera muy sutil, y casi inapreciable, pero latente.
Todo cuenta, hasta el más mínimo detalle vale para encajar este puzzle de ambrosía acústica. La portada de intención vintage la podríamos colocar junto al posado vaquero del Déjà Vu y/o del segundo de The Band, como esas obras pretéritas moldea la música antigua a su aire, sin restricciones pero con conocimiento de causa, nunca desde una intención efectista y hueca. Un mirar de frente a los cientos de artefactos bien sonantes en una, ésta, campaña excelsa en ritmos diversos, y tan pocos que ya de antemano intuyo que no traspasarán su condición chispeante del momento, una percepción que se entiende no sea compartida ni se pretende. Lo que suele llamarse atemporal, pues tiene la capacidad de congelar el tiempo, lo transforma, está más allá del bien y del mal. Me impacta y me emociona, y muy importante, no me induce a recuperar a los artistas a los que evocan sino a continuar en su dulce sueño en continuo auto-reverse, suenan a ellos.
Estas canciones juegan en otra liga, como si se tratara del reverso del "Poison Season", otro de mis favoritos, aunque el disco de Destroyer es más urbano y de intención impresionista, por el contrario este Nashville Obsolete está pensado desde los espacios abiertos y las emociones sencillas y universales, pero los dos son suites indivisibles sin singles claramente radiables que te llevan a su terreno, te embriagan.
Este disco me atrapó desde el primer día, primero fue la escucha compulsiva de "The Weekend", es puro Neil Young, el de la voz en suspenso de un hilo que nunca se rompe, una Road Movie que contiene el sentimiento de libertad de un viernes después del curro y te recorre las entrañas con la melancolía del domingo por la tarde. Suave pero con gancho. Escuchada en auto-reverse hasta que "The Trip" me atrapó, posiblemente la mejor canción de todo el año, y donde es inevitable no recordar la banda sonora de Pat Garret & Billy The Kid, y un fraseo de casi 11 minutos que se mueve entre el recitado y lo cantado, interpretación maestra que desafía totalmente los parámetros temporales de la física, cuando la escucho vivo dentro de ella, y poco importa que se trate de una canción de matrimonios rotos, o quizás de la promesa de un nuevo comienzo. Ahora mismo estoy totalmente postrado ante la canción que finaliza: "Pilgrim (You Can not Go Home)" es una otra delicatessen, no tengo ganas de apearme en este viaje de mandolinas, acústicas de fantasía, romanticismo de carreteras que nunca terminan y hobos que no quieren volver a casa, y esas harmonías celestiales de Rawlings y Welch con arreglos de algodón. Fantástico, mágico.
Estas tres junto a "Bodysnatchers", de fingerpicking claro y embriagador y esencia gótica sureña, son las canciones que hacen valer el oro a esta obra deseada y esperada. Sin desmerecer a "Short Haired Woman Blues" que asoma en los bajos de las cuerdas altas de la guitarra y que nos pueden inducir al primigenio House Of the Rising Sun, y entonces la almohada de la sección de cuerdas aparece para envolvernos y dar carácter épico a esta historia de mujeres fatales que huyen por las vías del tren. Su vertiente más tradicional se persona en la historia de antiguos de trenes en "The Last Pharaoh" donde consiguen hacer magia en esta rendición al country de la Carter Family, y que junto con el ejercicio de estilo de "Candy" pudieran ser las canciones tránsito entre las obras maestras de esta magna obra de este año aún en curso.
Lo que hacen Dave Rawlings y Gillian Welch en este Nashville Obsolete, en solo siete canciones, está al alcance de muy pocos, aleación acústica con arreglos de cuerdas elegantes, que no son protagonistas pero confieren a la obra un halo de suite, épica de road movie que empieza en la carretera con "The Weekend" y termina en ella en "Pilgrim" con final en abierto y verso de fundido a negro "keep rollin', rollin' down that road that you’re on...". Dejemos de lado el estilo que lo enmarca a la hora de valorarlo, pues este es uno de los discos del año.
Este disco me atrapó desde el primer día, primero fue la escucha compulsiva de "The Weekend", es puro Neil Young, el de la voz en suspenso de un hilo que nunca se rompe, una Road Movie que contiene el sentimiento de libertad de un viernes después del curro y te recorre las entrañas con la melancolía del domingo por la tarde. Suave pero con gancho. Escuchada en auto-reverse hasta que "The Trip" me atrapó, posiblemente la mejor canción de todo el año, y donde es inevitable no recordar la banda sonora de Pat Garret & Billy The Kid, y un fraseo de casi 11 minutos que se mueve entre el recitado y lo cantado, interpretación maestra que desafía totalmente los parámetros temporales de la física, cuando la escucho vivo dentro de ella, y poco importa que se trate de una canción de matrimonios rotos, o quizás de la promesa de un nuevo comienzo. Ahora mismo estoy totalmente postrado ante la canción que finaliza: "Pilgrim (You Can not Go Home)" es una otra delicatessen, no tengo ganas de apearme en este viaje de mandolinas, acústicas de fantasía, romanticismo de carreteras que nunca terminan y hobos que no quieren volver a casa, y esas harmonías celestiales de Rawlings y Welch con arreglos de algodón. Fantástico, mágico.
Estas tres junto a "Bodysnatchers", de fingerpicking claro y embriagador y esencia gótica sureña, son las canciones que hacen valer el oro a esta obra deseada y esperada. Sin desmerecer a "Short Haired Woman Blues" que asoma en los bajos de las cuerdas altas de la guitarra y que nos pueden inducir al primigenio House Of the Rising Sun, y entonces la almohada de la sección de cuerdas aparece para envolvernos y dar carácter épico a esta historia de mujeres fatales que huyen por las vías del tren. Su vertiente más tradicional se persona en la historia de antiguos de trenes en "The Last Pharaoh" donde consiguen hacer magia en esta rendición al country de la Carter Family, y que junto con el ejercicio de estilo de "Candy" pudieran ser las canciones tránsito entre las obras maestras de esta magna obra de este año aún en curso.
Lo que hacen Dave Rawlings y Gillian Welch en este Nashville Obsolete, en solo siete canciones, está al alcance de muy pocos, aleación acústica con arreglos de cuerdas elegantes, que no son protagonistas pero confieren a la obra un halo de suite, épica de road movie que empieza en la carretera con "The Weekend" y termina en ella en "Pilgrim" con final en abierto y verso de fundido a negro "keep rollin', rollin' down that road that you’re on...". Dejemos de lado el estilo que lo enmarca a la hora de valorarlo, pues este es uno de los discos del año.
En serio, my dear sweethearts at the rodeo, hacedme caso, estirar vuestro brazo, tirad todo al puto suelo y centraros en el mejor disco de americana, no del año, eso por descontado, sino del siglo, éste presente en el que es tan difícil escuchar cosas tan antiguas y míticas como Nashville Obsolete. Joserra
Aunque tenía claro que me detendría en este disco, el aviso de Joserra en el Exile fue determinante para saber que este disco sobrepasará los umbrales del año en el que se ha editado.
me recuerda a un disco de progresivo country. Largos temas y grands desarrolloa instrumentales
ResponderEliminarYeah, divino todo, este disco nos supera a todos, es como la B.S.O. de Pat Garrett , eterno! Un abrazo Chals, a tirar al puto suelo el resto de americana de pacotilla , jajaja.
ResponderEliminarY ojo Joserra, recuerdas aquella canción de "Time (The Relevator)" por nombre "A dream Highway", catorce minutos de canción de la que podríamos decir eso de file with. Una maravilla de disco. Abrazo a los dos
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